Las mujeres tienen entre 20 y 30% más posibilidad de sufrir mortalidad hospitalaria que los hombres
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la principal causa de muerte en el mundo, responsables de más de 18 millones de fallecimientos cada año. En Argentina representan casi 3 de cada 10 muertes, lo que las convierte en un problema de salud pública prioritario.
Aunque suelen asociarse a los varones, las ECV afectan por igual —y a veces con mayor gravedad— a las mujeres. Durante décadas, la investigación se centró principalmente en la población masculina, generando brechas diagnósticas y de tratamiento que aún persisten.
En los cuadros coronarios, las mujeres muchas veces no presentan el típico dolor en el pecho. Es frecuente que los síntomas incluyan falta de aire, fatiga intensa, dolor en mandíbula, cuello o espalda, mareos o náuseas. Durante años, estas manifestaciones fueron llamadas “atípicas”, cuando en realidad son comunes en la población femenina. Esa visión sesgada impacta en la atención: estudios demuestran que las mujeres que sufren un infarto tienen entre un 20 y 30 % más de mortalidad hospitalaria que los hombres, en gran medida por los retrasos en el diagnóstico y el inicio del tratamiento y, además, existen condiciones cardiovasculares más frecuentes en mujeres y habitualmente subdiagnosticadas, como la disección coronaria espontánea, la angina microvascular y los infartos de miocardio con arterias coronarias no obstruidas (conocidos como MINOCA, por sus siglas en inglés: Myocardial Infarction with Non-Obstructive Coronary Arteries).
La mayoría de los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares son modificables y prevenibles:
– Hipertensión.
– Colesterol elevado.
– Diabetes.
– Tabaquismo.
– Sedentarismo.
– Exceso de peso.
Detectarlos y abordarlos a tiempo puede marcar la diferencia: se estima que más del 50 % de los casos de enfermedad cardiovascular en mujeres podrían evitarse con cambios en el estilo de vida y controles médicos regulares.
Adoptar un estilo de vida cardiosaludable —alimentación equilibrada, actividad física regular, no fumar, dormir bien y manejar el estrés— es una de las estrategias más efectivas para reducir la carga de enfermedad.
El cuidado del corazón también implica saber cómo actuar frente a una emergencia: frente a un paro cardíaco, la supervivencia depende de una respuesta rápida. La reanimación cardiopulmonar (RCP) puede duplicar o triplicar las posibilidades de sobrevida si se realiza en los primeros minutos. Aprender a reconocer la situación, llamar al servicio de emergencias, iniciar compresiones torácicas de calidad y utilizar un desfibrilador automático (DEA) cuando esté disponible son pasos que salvan vidas.
En el Día Mundial del Corazón, el mensaje es claro: cuidar la salud cardiovascular de las mujeres implica prevención, diagnóstico oportuno y una atención médica accesible y de calidad. Con información, hábitos saludables y capacitación comunitaria en RCP, es posible reducir la mortalidad y cambiar la historia de miles de vidas.
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