El 5% de las defunciones a nivel mundial son producto de la EPOC
Cada tercer miércoles de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), una fecha impulsada por la Iniciativa Global para la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (GOLD) junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este año, el lema es “Si te falta el aire, pensá en la EPOC”, con el objetivo de concientizar a la población sobre una enfermedad que muchas veces no se diagnostica correctamente, pese a que puede prevenirse y tratarse si se detecta a tiempo.
La EPOC es una enfermedad respiratoria crónica que afecta los pulmones y la capacidad para respirar. Se caracteriza por un estrechamiento persistente de las vías respiratorias, causado generalmente por bronquitis crónica, enfisema pulmonar o ambas. Aunque es la tercera causa de muerte en el mundo, suele estar subdiagnosticada o mal diagnosticada, lo que impide que las personas reciban el tratamiento adecuado.
El tabaquismo es la principal causa de esta enfermedad aunque también existen otros factores de riesgo, como la exposición prolongada al humo de leña, la inhalación de gases o partículas en ciertos entornos laborales y un trastorno hereditario conocido como déficit de alfa-1 antitripsina ( proteína producida por el hígado y tiene una función muy importante: proteger los pulmones), responsable de un pequeño porcentaje de los casos. La mejor manera de prevenir la EPOC es no fumar o dejar el cigarrillo lo antes posible, ya que abandonar el hábito puede mejorar notablemente la función respiratoria y ralentizar el avance de la enfermedad.
Los síntomas suelen aparecer entre los 50 y 60 años e incluyen dificultad para respirar, especialmente durante la actividad física, tos persistente con flema, silbidos al respirar, sensación de opresión en el pecho, fatiga, pérdida de peso involuntaria e infecciones respiratorias frecuentes. Un signo característico es la llamada “tos del fumador”, que puede comenzar seca y volverse más flemosa con el tiempo. Si bien no siempre implica EPOC, constituye una señal de alerta que requiere evaluación médica.
El diagnóstico se realiza mediante una consulta médica, un examen físico y estudios complementarios, siendo la espirometría la prueba más precisa para confirmar la enfermedad. Es un procedimiento sencillo e indoloro que mide la capacidad pulmonar soplando dentro de un equipo especializado. Detectar la EPOC en etapas tempranas es fundamental, ya que permite iniciar el tratamiento antes de que el daño pulmonar sea irreversible.
Aunque no tiene cura, la EPOC puede controlarse con medidas que mejoran la calidad de vida y reducen las complicaciones. Dejar de fumar, vacunarse contra la gripe, la neumonía y el COVID-19, realizar actividad física regular, mantener una alimentación equilibrada y participar en programas de rehabilitación pulmonar son acciones fundamentales. En los casos más severos, puede requerir tratamiento farmacológico, oxígeno suplementario o cirugía.
El diagnóstico precoz y los controles regulares son importantes para evitar el avance de la enfermedad. Cuidar los pulmones es una responsabilidad compartida: adoptar hábitos saludables, prestar atención a los síntomas y consultar ante la falta de aire son pasos fundamentales para prevenir y detectar la EPOC a tiempo.
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