Más de 140 mil personas viven con HIV en Argentina
El 1 de diciembre de cada año, se conmemora el Día Mundial del HIV. Esta fecha tiene como objetivo informar, concientizar, prevenir y promover acciones contra el virus de inmunodeficiencia humana.
El HIV se encuentra en la sangre, el líquido preseminal, el semen, los fluidos vaginales y la leche materna. Se transmite a través del contacto de estos fluidos con las mucosas o el torrente sanguíneo de otra persona. Se estima que en Argentina son más de 140 mil las personas con VIH, aunque un 13% de ellas lo desconoce. En nuestro país se concentra, mayormente, en poblaciones vulnerables como las mujeres trans, los varones que tienen sexo con otros varones y las/los trabajadores sexuales.
Las vías de transmisión comprobadas son pocas y bien definidas:
• Vía sexual: el VIH puede transmitirse a través de relaciones sexuales vaginales, anales u orales, entre personas del mismo o diferente sexo sin protección. El virus se contagia a través de las lesiones o heridas microscópicas que se producen durante la penetración y otras prácticas sexuales. Estas heridas permiten que los fluidos de una persona con VIH ingresen al cuerpo de su pareja. El 90% de las transmisiones de VIH se producen por vía sexual y, en menor medida, el sexo oral también implica riesgo por lo que debe practicarse con un campo de látex.
Su contagio se previene con el uso del preservativo de manera correcta y consistente, es decir, durante toda la relación sexual ya sea vaginal, anal u oral. Cualquier otro método anticonceptivo no previene el VIH.
• Vía sanguínea: por contacto con sangre al compartir jeringas o canutos para el uso de drogas o cualquier otro elemento cortante o punzante.
Para prevenir, se debe evitar el contacto con sangre. Para eso, es necesario no intercambiar o compartir agujas ni jeringas. En el caso de que se consuman drogas de forma inyectable, siempre debe utilizarse una jeringa nueva. También se sugiere controlar que todo procedimiento que incluya algún corte o punción (pinchazo) sea realizado con material descartable o esterilizado, como es el caso del dentista, manicura, tatuajes o prácticas médicas. Por último, evitar el contacto con sangre o utilizar guantes de látex.
• Vía perinatal o vertical: se puede transmitir a través de la persona gestante al hijo durante el embarazo, el parto y la lactancia. Es la principal vía de transmisión del VIH en niños. De no recibir el tratamiento y atención médica adecuada, una persona con VIH tiene un 30% de posibilidades de dar a luz a un bebé con VIH. Con tratamiento y atención médica, el riesgo de transmisión del virus al bebé es casi nulo.
La prevención incluye un adecuado control del embarazo. Se recomienda que toda mujer embarazada se realice el análisis de VIH durante el primer trimestre.
Tan importante como saber de qué manera se transmite el virus, es saber qué conductas o prácticas no lo hacen. Tener relaciones sexuales utilizando preservativo, un estornudo y compartir la vajilla, no transmiten el virus. La saliva, las lágrimas, el sudor, el aire y el agua, al igual que los alimentos no son vehículos de transmisión.
Tampoco lo son practicar deportes, besar, abrazar, dar la mano, jugar, trabajar o estudiar, compartir duchas o piscinas e intercambiar ropa con personas con VIH. Quien recibe una transfusión de sangre debidamente controlada, no corre riesgos. La Ley Nacional de SIDA exige el control de toda sangre a transfundir. Todo procedimiento que incluya riesgo de corte o punción (pinchazo) debe ser efectuado con material descartable o esterilizado.
Asimismo, se habla de prevención combinada cuando se trata del uso del preservativo junto con otros métodos que previenen esta enfermedad. El uso del preservativo es fundamental para prevenir el VIH pero no es la única herramienta. La prevención combinada integra un conjunto de programas diseñados con el objetivo de satisfacer las necesidades de prevención del VIH de algunas personas y comunidades específicas. Muchas veces, algunas poblaciones son afectadas por la epidemia de distintas maneras que otras y esto requiere una intervención que se adecue y adapte a cada situación. Cada estrategia debe ser fundamentada en los derechos y la evidencia científica desde una perspectiva de salud pública.
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