La rapidez en el diagnóstico de la meningitis es crucial para evitar daños graves y permanentes en el sistema neurológico
La meningitis es una infección peligrosa del líquido y de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal, principalmente causada por infecciones bacterianas o virales, según define la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta enfermedad puede tener consecuencias graves y permanentes. La meningitis puede afectar a personas de cualquier edad y puede ser mortal o dejar secuelas y daños neurológicos permanentes (hidrocefalia, convulsiones, pérdida de audición, deterioros cognitivos, entre otros problemas). De ahí la importancia de su prevención, diagnóstico y tratamiento oportunos.
La meningitis puede presentarse de forma viral, siendo más frecuente al final del verano y otoño, causada por virus como Enterovirus, Paperas y Herpes; o de forma bacteriana, siendo grave y de aparición rápida. En ciertos pacientes (inmunodeprimidos, oncológicos), puede ser provocada por gérmenes poco comunes como parásitos (toxoplasmosis y amebas) y hongos (como Cryptococcus, Histoplasma y Candida). Estas formas menos usuales de meningitis pueden ser crónicas, pero son prevenibles y no se transmiten de persona a persona.
Es fundamental conocer los síntomas de la meningitis, que pueden incluir rigidez de nuca, fiebre elevada, fotofobia (rechazo a la luz), confusión, cefalea, convulsiones y vómitos. La rapidez en el diagnóstico y tratamiento es crucial para evitar complicaciones graves.
Esta enfermedad puede ocasionar daños neurológicos permanentes y es mortal hasta en el 50% de los casos si no se la trata.En Argentina, existen vacunas disponibles tanto en el calendario oficial como fuera del mismo, dirigidas a diferentes grupos de riesgo y etapas de la vida. En el calendario oficial, se incluyen vacunas como la quíntuple pentavalente* y la antimeningocócica* conjugada tetravalente, con esquemas de vacunación específicos para lactantes y adolescentes.
Prevención
La prevención de la meningitis en la actualidad es un objetivo crucial en la salud pública mundial, con dos enfoques principales:
1. Medidas preventivas:
Cada una de las causas infecciosas de la meningitis tiene diversas medidas preventivas, tales como:
– Lavarse frecuentemente las manos.
– Protegerse al toser o estornudar.
– Evitar compartir utensilios de cocina, bebidas y cepillos de dientes para prevenir el contagio por saliva y secreciones respiratorias que contienen virus y bacterias, especialmente en ciertos períodos del año.
– Instruir a las personas que conviven con un paciente enfermo sobre el aislamiento y evitar el hacinamiento en lugares pequeños y mal ventilados.
– Mantener un estilo de vida saludable, que incluya descanso adecuado, ejercicio regular y una dieta balanceada.
– Tratar oportunamente cualquier infección que pueda desencadenar meningitis como complicación secundaria.
– Durante el embarazo, cocinar bien las carnes y evitar consumir lácteos no pasteurizados para prevenir infecciones por Listeria.
– El médico debe brindar instrucciones específicas a ciertos grupos de pacientes, como inmunodeprimidos, trasplantados, personas con VIH, y pacientes oncológicos, sobre las medidas para evitar el contagio de tuberculosis, hongos, virus y parásitos, ya que son causas frecuentes y graves de meningitis en estos grupos de riesgo.
2. Vacunas:
Las vacunas son una herramienta fundamental para prevenir la meningitis causada por bacterias como el Meningococo, Neumococo, Haemophilus influenzae y tuberculosis. Estas bacterias presentan múltiples cepas distintas, también conocidas como serotipos, y las vacunas están diseñadas específicamente para proteger contra las cepas más dañinas. Es importante tener en cuenta que no existe una vacuna universal que cubra todas las cepas de estas bacterias.
Existen varios tipos de vacunas en Argentina que pueden aplicarse, según la edad y el tipo de paciente. Algunas están actualmente incluidas en el Calendario Nacional de Vacunación de Argentina, con edades y esquemas específicos para aplicarlas gratuitamente. Otras no están incluidas en el calendario oficial de vacunación. Todas deben aplicarse con indicación médica.
Factores de Riesgo
– No vacunarse con las vacunas que previenen la meningitis.
– Edad (menores de 5 años para las virales, en menores de 20 años bacterianas)
– Inmunodepresión (embarazo, HIV, trasplantes, oncológicos, corticoides, alcohol, esplenectomía).
– Entorno comunitario.
Tratamiento
El tratamiento urgente de la meningitis se centra en medidas de sostén para mejorar los signos y síntomas, así como en abordar la causa subyacente de la enfermedad. Se establece un tratamiento inicial en dos horas, basado en el cuadro clínico inicial y los primeros estudios orientativos. El pronóstico depende de la prontitud en la consulta, diagnóstico y tratamiento.
Una vez identificado el germen, se adapta el tratamiento según la sensibilidad del germen a los diferentes fármacos que pueden existir: si es una bacteria (antibacterianos), un virus (antivirales), un hongo (antimicóticos) o un parásito (antiparasitarios). Puede haber gérmenes (virus o bacterias multiresistentes) que solo requieren tratamiento de sostén del paciente, pues no existe un fármaco específico que lo elimine.
En el caso de la meningitis meningocócica: aunque estén vacunadas, todas las personas que hayan estado en contacto cercano con un paciente deben tomar un antibiótico oral para prevenir la enfermedad.
El paciente nunca debe suspender el tratamiento antes de llegar al tiempo indicado por el médico.
La importancia de la vacunación como medida preventiva y hace un llamado a la población para que consulte con su médico sobre las vacunas recomendadas de acuerdo a su edad y situación de salud.
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