COVID-19: variante Delta
En diciembre de 2020 se detectó una nueva variante —mutación que ocurre en el virus luego de un tiempo— del virus Sars-COV-2 que provoca el COVID-19. La denominada variante Delta.
Esta variante del virus se ha expandido a más de ochenta países y en algunos ya es la variante dominante, algo que preocupa a los Gobiernos y que podría poner en riesgo la efectividad de las campañas de vacunación en el mundo.
Con este contexto y a partir de un estudio realizado se definió que el Ro (Ritmo de reproducción) de la variante Delta es de 6, lo que significa que una persona infectada promedio, no vacunada, desprotegida por infecciones previas o medidas de distanciamiento, lo transmitirá a otras 6
personas, por lo que es importante revisar las medidas de prevención fundamentales para evitar contagios.
La variante Delta es una cepa que tiene un 60% más de transmisibilidad que la de origen y, según evidencia científica entregada por Public Health England, puede haber una asociación a que produzca más hospitalizaciones. Los científicos coinciden en que, con la variante Delta, será necesario vacunar a más del 80% de la población porque esta variante puede ser contraída por las personas que ya tuvieron COVID-19.
Como sociedad, debemos mantener la circulación del virus Delta a un nivel bajo, respetando estrictamente las medidas de salud pública —que funcionaron para controlar el impacto de otras variantes— hasta que la mayoría de las personas vulnerables estén protegidas.
Las personas no vacunadas están en riesgo
Las personas que no han sido completamente vacunadas contra el COVID-19 son las más expuestas al riesgo y los niños y jóvenes también son una preocupación. Un estudio reciente del Reino Unido mostró que los niños y adultos menores de 50 años tenían 2,5 más probabilidades de infectarse con la variante Delta.
A medida que los grupos de mayor edad se vacunen, aquellos que son más jóvenes y no están vacunados tendrán un mayor riesgo de contraer COVID-19 con cualquier variante.