Cáncer de mama: primera causa de muerte por tumores en mujeres
El cáncer de mama afecta a todos los cuerpos más allá de su biología y el género autopercibido: tanto a las personas cis como a las personas trans. Las personas cis son quienes se sienten cómodas con el género asignado al nacer y las personas trans son quienes han transicionado de género.
Esta enfermedad no respeta género, sexo ni clase social, teniendo en nuestro país una tasa de incidencia de 212,4 casos por 100.000 habitantes, cifra que posiciona a la Argentina dentro de los países del mundo con incidencia de cáncer media-alta (rango 181,1 a 248,3 por 100.000 habitantes) siendo la primera causa de muerte por tumores en mujeres, provocando 5.400 muertes por año. El 1% de los cánceres de mama se presenta en hombres.
La glándula mamaria representa un claro signo de feminidad y de identidad de percepción corporal, por lo que su tratamiento adquiere especial relevancia. Así, los métodos afectarán directamente al tejido glandular mamario, como consecuencia de los tratamientos hormonales y de una eventual cirugía de reasignación de género mamaria (mastectomía o mamoplastia de aumento). Por tanto, en los pacientes transgénero coinciden diferentes circunstancias que podrían modificar el manejo de la enfermedad mamaria.
Por un lado, los pacientes cuyo género asignado al nacer fue varón y luego deciden transicionar y hormonarse, presentan un riesgo de base de cáncer de mama similar a los varones cisgénero al que se debería añadir un eventual incremento de riesgo por hiperestimulación estrogénica durante el tratamiento hormonal. La tendencia actual es la de adelantar la edad de inicio del tratamiento hormonal, lo cual aumentaría el tiempo de exposición del epitelio mamario a los estrógenos, lo que podría incrementar el riesgo de cáncer en un futuro. En este grupo de pacientes también puede ser especialmente importante la presencia de sustancias no legales inyectadas en las mamas, tales como aceites, siliconas, ácido hialurónico, etc., que suponen un verdadero desafío para el diagnóstico clínico y por imagen. Por todo esto, en mujeres transgénero hormonizadas parece lógico pensar que las exploraciones complementarias realizadas con criterios diagnósticos deberían ser las mismas que en pacientes cisgénero.
Por otro lado, en el caso de los varones trans, cuyo sexo asignado al nacer fue mujer y luego transicionan, presentarían un riesgo de base similar al de cualquier mujer cisgénero, quizá modificado también por el tratamiento de reasignación hormonal con testosterona. Los hombres transgénero que no han recibido cirugía presentarían un riesgo similar al de las mujeres cisgénero, por lo que los programas de screening deberían ser iguales al de la población femenina correspondiente. Por otra parte, cuando el paciente ha sido intervenido mediante una cirugía de reasignación de género en forma de mastectomía, podría considerarse que su riesgo sería similar al de una mujer cisgénero con una mastectomía subcutánea con preservación del complejo aréola pezón (aunque en muchas ocasiones el tejido residual es mayor en las cirugías de los pacientes transgénero). Por todos estos motivos, los sistemas de diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama podrían ser diferentes de aquellos de las personas cisgénero y deberían adaptarse a cada circunstancia.
La detección temprana del cáncer de mama aumenta las posibilidades de cura, para ello el método recomendado es la mamografía. Según indicación médica, todas las mujeres entre los 50 y los 69 años de edad, sin antecedentes personales ni familiares de cáncer de mama, deben realizarse una mamografía cada uno o dos años junto con un examen físico de las mamas por parte de un profesional de la salud. Además, las mujeres menores de 50 años como las mayores de 69, deben consultar con el médico acerca de la conveniencia de hacer o no una mamografía.
Generalmente, los síntomas del cáncer de mama son los siguientes:
– Nódulo o engrosamiento en el seno.
– Alteración en el tamaño, forma o aspecto de un seno.
– Aparición de hoyuelos, enrojecimiento, grietas u otra alteración en la piel.
– Cambio de aspecto del pezón o la alteración en la piel circundante (areola).
– Secreción anormal por el pezón.
Factores de riesgo y prevención
Aunque se desconocen las causas del cáncer de mama, se reconoce que algunos factores aumentan el riesgo de enfermar:
– Ser mayor de 50 años.
– Antecedentes personales de cáncer de mama o de enfermedad pre-neoplásica de mama.
– Antecedentes familiares de cáncer de mama.
– Antecedentes familiares de cáncer de ovario.
– Tratamiento previo con radioterapia dirigida al tórax.
– Terapia de reemplazo hormonal.
– Primera menstruación a edad temprana.
– Edad avanzada en el momento del primer parto o nunca haber tenido hijos.
Si bien a mayor edad mayor riesgo, éste aumenta luego de los 50 años. Según la Sociedad Argentina de Mastología el 10% se dá en menores de 40 años y un 25% de los cánceres de mama se presenta en premenopáusicas.
El sobrepeso, el sedentarismo, y consumo excesivo de alcohol son factores que se pueden evitar para disminuir el riesgo de tener cáncer de mama. El cáncer de mama hereditario representa sólo alrededor del 5-10% de todos los casos de este tipo de cáncer.
Detección temprana
La mamografía puede detectar el cáncer de mama cuando el nódulo todavía no es palpable o lo es mínimamente. En estos casos es posible recurrir a tratamientos menos agresivos que los que se realizan cuando el cáncer está más avanzado. Cuando la enfermedad provoca síntomas y alteraciones de la mama detectables en el examen físico, se pueden observar retracción del pezón, cambios en la textura y el color de la piel, prurito o lesiones descamativas en el pezón.
Ante una mamografía con una imagen sospechosa de cáncer o un examen físico que detecte una lesión visible y/o palpable en la mama, se deberá realizar una biopsia para definir el tratamiento. La biopsia consiste en la extracción de células y tejidos que un médico patólogo observa en un microscopio para verificar si hay signos de cáncer. Por ello, ante un diagnóstico confirmado de cáncer, se realizan estudios adicionales para evaluar su extensión y decidir el mejor tratamiento.
Es necesario recordar que tanto los varones transgénero como los hombres cisgénero pueden ser proclives a padecer este tipo de cáncer, el cual se puede prevenir y curar si es diagnosticado en sus primeras fases.
Ellos, como las mujeres cis deben autoexplorarse el pecho y/o las glándulas mamarias y estar alerta para detectar anomalías: piel escamosa o piel naranja, pezones hundidos, secreciones anormales y protuberancias al tacto, que pueden ser indicadores de cáncer de mama.
Sin embargo, no existe consenso sobre la importancia del autoexamen. La mayoría de las organizaciones médicas no recomiendan considerar los exámenes mamarios de rutina como parte del examen para detección del cáncer de mama. Esto se debe a que los autoexámenes de mama no han demostrado ser eficaces para la detección del cáncer de mama ni para mejorar la supervivencia de las mujeres que lo padecen. Pero, es imprescindible e importante que las mujeres conozcan sus mamas para que sepan cuando están normales y cuándo informar cualquier cambio. No se trata de pensar que el autoexamen reduce la mortalidad, ni que sustituya a la mamografía, pero, sin lugar a dudas, cuando se detectan tempranamente por la autoexploración, esto se puede asociar a un mejor pronóstico y se tratan más fácilmente mediante una cirugía conservadora.
Es necesario crear conciencia sobre los riesgos de padecer cáncer de mama más allá del género y el cuerpo que tengamos, ya que las campañas de prevención se enfocan principalmente a las mujeres cis.
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