Para amigos y familiares: acompañar y escuchar es el factor clave en la prevención del suicidio
El intento de suicidio es un problema social importante pero a menudo descuidado, rodeado de estigmas, silencios, mitos y tabúes. Cada caso de suicidio es una tragedia que afecta a otros muchos individuos, a sus familias y sus comunidades.
Luego de la pandemia de COVID-19 de 2020, se observó un mayor número de personas que experimentaron pérdidas, sufrimiento, estrés, que pueden llevar a esta decisión si no se detecta y se encuentra a tiempo la contención del paciente.
Cifras preocupantes en el mundo
Las cifras actuales son preocupantes; cada año, ocurren cerca de 700.000 suicidios en el mundo, siendo la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años a nivel mundial. Asimismo, por cada acto consumado hay muchas tentativas de suicidio.
No podemos ni debemos dejar relegado el suicidio, es primordial que se preste atención a los predisponentes conocidos y a las alarmas que brindan las personas que están pasando un mal momento, más aún en el contexto que atravesamos, donde muchas personas han perdido sus empleos, tienen problemas económicos o han perdido a seres queridos. La escucha y la contención es fundamental en este contexto.
Resulta imprescindible tomar conciencia de las causas, y comprender cómo actuar cuando suceden intentos previos. Para esto, la OMS lanzó un programa llamado “LIVE LIFE” (Vive la Vida), una guía para la prevención del suicidio. En él se destaca la importancia de velar para que se limite al paciente el acceso a los medios o lugares para llevar a cabo un suicidio, interactuar con los medios de comunicación para que informen de forma responsable acerca de este problema grave, desarrollar las aptitudes socioemocionales para la vida de los adolescentes y la detección precoz, con el fin de evaluar, gestionar y hacer seguimiento de cualquier persona afectada por comportamientos o ideas suicidas por una estructura asistencial adecuada.
¿Cuáles podrían ser los factores predisponentes de un suicidio?
Desde OSPEDYC señalan que se han detectado factores de riesgos que predisponen a un sujeto a cometer suicidio, aunque cada caso es individual y difierete culturalmente, por lo que se debe entender que influirá de manera distinta en una persona u otra según cuál sea su contexto vital:
1. Historial de intentos de suicidios previos (el más importante).
2. Trastornos psiquiátricos previos, en especial de depresión.
3. Estado civil: personas solteras y con escaso vínculo social.
4. Antecedentes o gran consumo actual de drogas o alcohol.
5. Los sujetos en crisis psicológicas severas y frecuentes.
6. Los familiares, compañeros escolares y congéneres del suicida.
7. La presencia de la idea suicida planificada (plan suicida).
8. Los antecedentes personales y familiares de conducta suicida,
9. La carencia de apoyo familiar y social, un hogar roto, peleas
frecuentes entre los padres, el maltrato físico o psicológico, rechazo, humillaciones, abuso sexual.
10. Tener amigos o compañeros de escuela con suicidios (por imitación).
11. Conductas sociales extremas: promiscuidad, abortos, embarazos ocultos o no deseados, deserción escolar, inadaptación escolar, abandono del hogar antes de los 15 años, alcohólicos o enfermo mental único pariente, familiares antisociales o criminales.
Para derribar MITOS sobre el suicidio, es importante considerar que:
– La persona que se suicida no desea morir, está transitando una situación de ambivalencia en su vida y desearía vivir si se produjeran cambios positivos.
– Se cree que “el que amenaza con quitarse la vida, no lo intenta” y la mayoría de los que se suicidan dieron claras señales antes de querer acabar con su vida.
– Antes de un intento de suicidio hay señales previas, que de ser detectadas a tiempo pueden ayudar a evitarlo. El suicidio no sólo ocurre por impulso.
– Hablar con una persona sobre sus intenciones de suicidio no incrementa la posibilidad de cometer suicidio, al contrario, reduce la posibilidad de hacerlo.
– No debe asociarse el suicidio o su intento, con acciones de cobardía, valentía, hechos románticos, heroicos u otros juicios de valor.
– Suele afirmarse que “los niños no se suicidan”, pero en la segunda infancia y en la adolescencia pueden verse casos de intentos o suicidios.
– La tendencia al suicidio no es hereditaria. Sí puede trasmitirse por educación la visión errónea sobre el suicidio como una forma de solución a los problemas.
¿Cuáles son los factores protectores para evitar el suicidio?
Hay ciertas características personales que podrían identificarse con una baja tasa de suicidios:
1. Tener habilidades sociales para integrarse a los grupos.
2. Confianza en sí mismo, buena autoestima.
3. Enfrentar situaciones de acuerdo con sus posibilidades, evitar fracasos.
4. Capacidad de autocontrol, adaptabilidad, responsabilidad, buen ánimo.
5. Aprender perseverancia y renunciar cuando sea necesario.
6. Tener y habilidades para resolver problemas.
7. Buscar ayuda en momentos difíciles (padres, familia, amigos, maestros).
8. Pedir consejos ante decisiones relevantes a la persona adecuada.
9. Aprender de experiencias ajenas, sus resoluciones y conocimientos.
10. Estar integrado socialmente y tener criterio de pertenencia.
11. Mantener buenas relaciones interpersonales con compañeros y amigos, desarrollar apoyos extra hogareños que equilibren si hay dificultades en el hogar.
12. Apoyo de los familiares, sentir que se le ama, se le acepta y apoya, educado para destacar éxitos, experiencias positivas de los fracasos, no humillado.
13. Lograr una auténtica identidad cultural y emplear sanamente el tiempo libre.
14. Evitar el consumo de sustancias adictivas (alcohol, drogas, tabaco, fármacos, etc.)
15. Posponer las gratificaciones inmediatas por aquellas a largo plazo.
16. Poder expresar a personas confiables pensamientos dolorosos, desagradables y muy molestos, incluyendo las ideas suicidas u otras, por muy descabelladas que pudieran parecer.
¿Como puede prevenirse el suicidio?
Centrarse en la prevención del suicidio es primordial para crear vínculos sociales y promover la toma de conciencia. La prevención del suicidio puede ser primaria (antes del primer intento) o secundaria (luego de un primer intento).
– Reconociendo los signos de alerta, que podrían ser: aislamiento de amigos y/o familiares, persistencia de ideas negativas, sentirse muy culpable o avergonzado, dificultad para comer, dormir o trabajar, desesperanza, llanto inconsolable, ansioso agitado o angustiado, cambio de conducta repentino de estar muy triste a sentirse muy feliz, hablar de querer morir o de sentirse vacío, desesperado, atrapado o pensar que no hay solución. También podría estar relacionado a un dolor físico o emocional insoportable, sentirse una carga para los demás, despedirse de los seres queridos, poner sus asuntos en orden (testamento), acciones riesgosas extremas (conducir muy rápido), hablar o pensar en la muerte con frecuencia, comentar planes o formas de suicidarse, comprar pastillas o un arma, hablar de consumir alcohol o drogas con más frecuencia, mostrar furia o hablar de buscar venganza.
– Mostrando interés y apoyo real al paciente, para resolver sus conflictos.
– Respetando las diferentes expresiones de sentimientos con los propios.
– Eliminando prejuicios: el suicidio no es ni bueno ni malo, heroico ni cobarde, ni es un hecho delictivo, es una situación de sufrimiento.
– Desde la casa, la escuela y su entorno:
–motivar a las personas para que hablen sobre cómo se sienten,
–que tengan amistades saludables,
–que tomen decisiones de forma autónoma, tener autoestima,
–aprender a manejar situaciones de estrés, aprender de los errores,
–y desarrollar habilidades sociales para resolver problemas.
– Estar atentos es la forma de acompañar al paciente (saber ver y escuchar).
– Dialogar no es un interrogatorio, sino compartir con empatía un momento.
– Si el paciente no accede a realizar un tratamiento no obligarlo. Acompañarlo, dialogar, y uno mismo realizar una consulta con un profesional para sostén.
Un paso primordial es no dudar en recurrir a personas capacitadas en la temática para atender la salud mental del grupo familiar y del paciente. Existen líneas telefónicas de ayuda y contención ante ideas de autoagresión, para poder acceder rápidamente a los programas de asistencia que resultan imprescindibles ante la detección precoz de signos de alarma.
La consulta profesional tiene un propósito terapéutico, pero ésta no reemplaza a los vínculos afectivos que son esenciales para el proceso hacia una salud mental y física alineadas. Son dos caras de una misma solución.
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