Hepatitis, una lucha que continúa y no puede esperar
Frente al contexto pandémico a nivel mundial, en esta fecha se impulsa aún con mayor vigor la concienciación sobre las hepatitis víricas, que inflaman el hígado y causan enfermedades como el cáncer.
Según estimaciones recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), estas enfermedades virales del hígado aquejan a 325 millones de personas con sus cepas B y C, provocando un estimado de 1,4 millones de defunciones anuales.
Se reconocen cinco virus que pueden causar hepatitis, pero los más habituales son reconocidos como A, B y C; y una infección con cualquiera de estas tres variantes puede ser un serio problema de salud. Este padecimiento ataca a actividades esenciales del hígado, como la desintoxicación de la sangre, el almacenamiento de vitaminas y la producción de hormonas que generan graves disfunciones orgánicas.
La preocupación de la OMS es constante, debido a que, en su fase inicial, los síntomas son similares a los de un cuadro gripal, astenia y también pueden presentarse otros signos como orina oscura, urticaria, prurito, heces de color claro, la coloración amarillenta de la piel, los ojos y la lengua.
A pesar del contexto desfavorable de la pandemia, se continúan haciendo los esfuerzos necesarios para cumplir con la Agenda 2030 de la OMS para el Desarrollo Sostenible con la implementación de una estrategia mundial contra las hepatitis virales.
Por eso, y sobre todo considerando la situación actual, es necesario informarse sobre cuáles son las medidas que podemos implementar para disminuir su impacto.
¿Qué medidas podemos tomar para prevenirla?
– En principio es necesario el compromiso de los Estados porque la primera instancia se trata de un buen nivel de higiene, entendiéndolo de un modo amplio, ya que integra no solo la necesidad del constante lavado de manos, sino acciones que necesitan de infraestructura como el acceso al agua potable, necesaria para el consumo y limpieza de los alimentos, reposición hídrica diaria, etc.
– Protección sexual: debido a que la transmisión de algunas de ellas, como la hepatitis B se produce por contacto con fluidos infectados, como saliva , semen, etc.
– No compartir elementos de higiene personal como cepillo de dientes y tener cuidado con el uso de jeringas u objetos punzantes, como en el caso de la realización de tatuajes.
– Controlar el consumo de alcohol, medicamentos y el sobrepeso, ya que son agravantes de los síntomas.
– Respetar el calendario de vacunación: la vacuna contra la hepatitis B debe aplicarse a todos los bebés al nacer y a los adultos en riesgo, en tanto que la vacuna contra la hepatitis A debe aplicarse a todos los bebés al año de nacimiento. La hepatitis C no tiene vacuna, pero ya se desarrollaron tratamientos para combatir la enfermedad.
Hoy en día, las hepatitis B y C se pueden tratar, ya que los prestadores de salud cuentan con instrumentos para combatir la enfermedad, y, por primera vez, la hepatitis C es curable. Aún así, según las estimaciones más recientes de la OMS, en toda la región de las Américas se producen cada año 67.000 nuevas infecciones por el virus de la hepatitis C, y las muertes ascienden a las 84.000 anuales.